viernes, 11 de diciembre de 2009

Cave Manolus

¡Qué viene Manolo!

Entonces todo el que puede se enfrasca el la lectura del periódico, o mira fijamente su café mientras da vueltas a la cucharilla, o se abstrae todo lo que puede, y todos esconden  las manos en las profundidades insondables de sus bolsillos. La cosa es evitar su efusivo saludo.


Manolo es un hombre extremadamente amable y cariñoso, pero rudo; basta que le dirijas la palabra en el bar y ya serás amigo suyo. Te saludará cuando te vea y no podrás de ninguna manera evitar su apretón de manos, ni dejar de mirar la seriedad de su rostro y los ojos de enloquecido que pone mientras oyes crujir tus huesos. Y no es locura, es que para Manolo, saludarse entre hombres es una cosa muy grave y fundamental. Manolo saluda como los griegos antiguos se saludaban, con esa hombría de bien honda y seria que requiere inexorablemente de la fuera física y que de ninguna manera se puede ignorar.

Entenderlo así me ha hecho perdonarle los dolores de manos.