miércoles, 13 de enero de 2010

En Brideshead


Retorno, no a Brideshead precisamente, sino a mi amado polígono tras el paréntesis navideño. El tiempo y los Reyes Magos han hecho la labor que les correspondía: cierre de empresas y despidos. Resulta abrumador pasearse por sus calles y notar, con el rabillo del ojo al principio, que hay persianas y portones cerrados que no deberían estarlo, que hay menos movimiento de camiones y coches, menos actividad después.
Al principio lo atribuyo a las vacaciones. Ya en el mentidero de la Sole lo comento, como se comentan estas cosas: dirigiéndose a la Sole pero en un tono lo suficientemente alto e impersonal como para que quien quiera pueda meter baza. Y me lo confirman con esa sonrisa de fatalidad que tan bien se le da a la gente trabajadora cuando las cosas vienen mal dadas: que no, que no son vacaciones, que han echado el cierre: el de los recambios de autobús, el del taller de persianas, el marmolista, el carpintero ese tan grande que había en la esquina, el de material sanitario, el de...
Se me queda una cara como de tontorrón y nadie dice nada más. Si acaso un flojito “la cosa es que está mu malamente”.
Y sí, es cierto, Pero que mu malamente.
Y además lleva un mes y pico lloviendo sin parar.
-  Si al menos hiciera sol -dice la Sole-, o les hubiera tocado la lotería, aunque fuera sido un pellizquillo.
Se da la vuelta y se marcha a seguir peleando con su cafetera, y no dice más. 
Ni nadie.

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